Para R.C.
Y si yo,
sujeto en cuestión,
medito sobre el silencio
puedo decir que tal,
aunque quisiera,
no tiene
forma.
Que tal
se pierde entre la niebla,
le sonríe a los desconocidos,
se anida entre mis manos,
para morir,
se desvanece.
Y si yo, sujeto en cuestión,
le hablo a las paredes,
y ellas me responden con el eco
de mi aullido,
significa que he pasado días
sin oír el ruido,
que mi alrededor ha muerto,
y ha muerto todo lo que
mi voz menuda se atrevía
a pronunciar.
si me encuentro en las mañanas y
te digo:
- vaya-
- duerma -
- descanse.
Si miro la luz,
me la respiro,
la bendigo,
entonces yo
la dejo ir.
Entonces yo
dejo de aprisionarla
como si fuera mía
y me quedo junto a la estufa
a ver el fuego,
tomo calor,
me visto en tu ausencia,
grabo el relieve del fantasma
que me acompaña,
empeño esta aurora
que se mueve y se esconde
y creo, porque me gusta creer
que en algún lugar de la vida,
la vida misma,
se esconde y me espera.
Si vuelan los aviones
a las puntas del mundo
donde no puedo ir,
y se conocen entre ellas, las bocas,
renaciendo siempre,
las bocas que no se dicen,
se hacen entre sí
a 10.000 metros de altura
sobre todo lo que no
pueden tocar mis ojos
y besar mis manos
y respirar mis labios,
para dejar de ser yo.
Si entonces
te veo,
y no puedes entender
una sola palabra
de todo lo que digo
entonces,
es que no estoy
diciendo
nada.
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