05 junio 2015

Sé que lo amamanto como si fuera mi hijo porque morirá algún día.





ilustracion: Elia Mervi



Decir que no tengo miedo es aceptar
          que lo he tenido siempre,

decir que el cielo no existe es hablar de
          la estratosfera en otro plano y llorar.

En mi espalda nacen meteoritos todos los días,
          duelen, pero sigo viva.

Destrozo pedazos de pan con
         la intención de masticarlos luego,

         de ingerirme a mí misma en un bocado,

y me pregunto en qué momento
         encontraré la cura

 al pájaro que picotea todo
         lo que conozco y me deja sin nada

¿a dónde va todo cuando muere?

 El poema y la suciedad, la leche cortada
         de la que he escrito tantas veces,

aquello es el miedo, aunque no sé darle nombre,
      sé que lo amamanto como si fuera mi hijo

      porque morirá algún día,

y me pregunto cómo es que he podido llegar tan lejos
          cuando adentro, 

                                   apenas puedo respirar.


     

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